Una vida... una vida dedicada íntegramente al equipo de tus amores. Desde 1990 que entraras en las categorías inferiores del Madrid, hasta hace unos días, te dejaste la piel por tu equipo.
Años de lucha, sacrificio y sobre todo de sueños cumplidos.
Sueños cumplidos para ti y para toda la afición merengue, a la que nos hiciste soñar en cada partido.
Gracias por hacernos llorar contigo en la final de Champions en la que ganamos la novena. Gracias por hacernos llorar con cada título ganado.
Gracias por hacernos vibrar viéndote bajo los palos.
Los que somos verdaderos vikingos no te criticamos y sobre todo, no olvidamos todo lo que has hecho por el equipo.
Amabas, amas y amarás a este club a pesar de como se te ha tratado en los últimos años y sobre todo en tu salida del club, algo que ningún madridista perdonaremos a esa persona que se hace llamar presidente. Ojalá que pronto llegué su dimisión.
Eres leyenda y La Cibeles te va a echar de menos.
Gracias por tantas copas levantadas.
Tus lágrimas el día de tu despedida, eran las lágrimas también de los buenos madridistas, de los que no olvidan, de los que sienten rabia por tu marcha. Yo aún sigo sin poder ver el vídeo con tus palabras. Duele. Duele tu marcha, duele la forma de tu marcha.
La portería se queda vacía...
Esto no es un adiós...
Es un hasta pronto...
Es un hasta siempre...
Y para siempre, una leyenda, el mejor portero del mundo, el que hacía que el fútbol fuera algo mágico.
Para siempre, eterno capitán, el Santo, Iker Casillas. GRACIAS.
Mucha suerte en tu nuevo equipo, aunque no la necesitas porque eres el mejor.
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