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martes, 25 de julio de 2017

Descubrimientos

Por el título de este post podéis pensar que hoy voy a hablar de ropa o maquillaje, pero no, voy a hablar de alimentos. Quien me conoce sabe que soy bastante limitada o rara a la hora de comer ya que no me gusta prácticamente nada. Desde que me he independizado estoy empezando a probar más cositas y algunas ya quedan introducidas en mi alimentación.

Uno de esos alimentos es el pimiento rojo. En el mes de Mayo os puse una receta de una empanada que había hecho, pues bien, un par de semanas después la repetí introduciéndole pimiento rojo picadito y estaba todavía más buena. Así que ahora cada vez que hago empanada, intercalo hacerla de jamón york y bacon o de mi invención (con el "nuevo" alimento incluído).

Otra cosa que no podía ni ver (ni comer claro) eran las judías verdes. Por lo general las cosas verdes no me gustan y ahí estaban en mi congelador, dos bolsas como dos soles. Las usaba para hacer puré (en otro post os cuento que le echo yo) pero por algún error de cálculo teníamos dos bolsas empezadas de judías y había llegado el verano y con el calorcito no apetece nada hacerse un puré, así que nos dijimos que había que gastarlas y teníamos que hacer lo posible por comérnoslas. Pues bien, ahora no puedo pasar sin que cada lunes las hagamos y he de decir que me encantan, pero claro, tiene truco. Las judías no nos las comemos así sin nada, picamos bacon y cebolla, taquitos de jamón y los pasamos por la sartén. Luego pasamos las judías para que queden tostaditas. Juntamos todo y cuando está todo revuelto echamos huevo. Vamos, lo que podría llamarse huevos revueltos con judías por ejemplo jejeje, pero oye, están muy buenas y al menos ahora si que las comemos (a mi chico era de las pocas cosas que no le gustaba).

Y por último el calabacín. La idea me la dio la madre de mis peques y me dijo que me iba a encantar. Efectivamente, otro alimento más a mi dieta. La idea principal era pasar un poco por la sartén el calabacín cortado en rodajas finas y luego colocarlas en la bandeja del horno. Antes de empezar a hornear le echaríamos queso rallado, tomate, atún, jamón york, bacon... vamos, como una pizza. La idea era buena y estaba muy rico, pero claro, con las judías usábamos la misma receta y no podía ser, había que darle otra vuelta, así que la siguiente vez simplemente pasamos por la plancha y horneamos, sin añadir ingredientes. Al final se quedan como patatillas fritas y está tan bueno que se ha convertido en otro de los alimentos que tomamos todas las semanas.

Pensaréis que estoy loca, pero no sabéis lo feliz que está mi madre de que coma más cosas. A ella la tenía frita cada día porque no sabía que hacerme y todo esto durante 29 años. Imaginaros como la tenía...




¡Hasta la próxima!

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