Pasado Teatrero I

Hoy os quiero confesar una cosa. Soy actriz frustrada. Durante un tiempo quise ser actriz, y me lancé a ello. Fue una época "teatrera" en la que disfrute muchísimo del gusanillo y los entresijos de esta profesión, pero me di cuenta de que había demasiadas promesas y pocos actos, que era un camino muy difícil y por eso decidí cambiar de rumbo.
Todo comenzó en el colegio, alrededor de los 14 años, cuando decidieron crear un grupo de teatro en horario extraescolar. Me apunté decidida, pero para ayudar a hacer los decorados y vestuario, nada más. Al final, tanto hacer fotocopias de guiones, me picó el gusanillo del artisteo y pedí que me dieran un papel pequeñito, discreto. El título de la obra, La Ratita Anabel (copia de La ratita presumida), ¿mi papel?, vecina cotilla que se pasaba la obra cuchicheando con mi compañera de chascarrillo mientras hacíamos que tejíamos, en una esquina del escenario toda la obra y yo ¡en calcetines! Todo un papelón que me llevó a la fama… #ModoIroniaOn

Mis calcetines de ratita cotilla que aún conservo

Guión de La Ratita Anabel

La segunda obra fue más especial, ya que la hicimos en un teatro y no en el escenario del colegio. Fue una experiencia diferente, bonita. La obra se llamaba Amarillo Molière y trataba sobre un instituto que estaba creando un grupo de teatro. ¿Mi papel? Una pija bastante repelente que se creía superior a los demás.

Lo mejor de la obra, salir al centro del escenario con el guapo de la clase, ese que hay siempre y que es el amor platónico de las féminas.  La obra salió genial, le regalamos un ramo de flores a la profe, nos hicieron fotos (no tengo ninguna) y a mi mis maravillosos padres me regalaron un ramo de margaritas azules (ya sabéis que son mis favoritas).

Guión Amarillo Molière

Y hasta aquí la primera parte de mi pasado teatrero. Habrá una segunda entrega, en la que comenzó una nueva etapa de la que aprendí mucho. 

Hasta la próxima!! Besos