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martes, 20 de octubre de 2015

Un Paseo Por Madrid

El día del Pilar, decidimos (el 99% de las veces que hablo en plural me refiero a mi chico y a mi) que pasaríamos el día en Madrid, sin un rumbo fijo. Donde nos llevaran los pies. Así que cogimos el tren y llegamos a Sol.
Me resultó extraño que para ser fiesta, la Puerta del Sol no estaba tan llena como en otras ocasiones, pero lo prefiero, porque no me gusta nada la aglomeración de gente que hay siempre por las calles de Madrid.



Nuestros pies nos llevaron hacia la Plaza Mayor, que al igual que la Puerta del Sol, no había casi gente. Cosa extraña también. Así que pudimos disfrutar de lo bonita que es, despacio, sin ir a toda prisa para salir de tanto agobio. Así si me gusta Madrid.





Llegamos al Mercado de San Miguel, al que nunca había entrado y ese día me decidí a conocerlo por dentro. ¡Qué maravilla! Todo lleno de puestos con comida, bebida, lleno de color, de olores y lleno de gente (ya me parecía raro ver Madrid tan vacío y es porque todo el mundo estaba allí metido y es que era la hora de comer).  Solo veía comida. Aperitivos, primeros platos, segundos platos, postres y copas. ¿Por qué había tardado tanto tiempo en entrar ahí? La visita fue corta. Yo quería comer ahí pero mi chico se empezó a agobiar con tanta gente y nos fuimos. Dav, me debes un día en el Mercado de San Miguel. 😉




Comimos en la cafetería de El Corte Inglés un arroz a banda, y luego seguimos nuestro camino a ningún lugar. Pasamos por la Plaza de la Villa, que nunca me paro a observar por la cantidad de gente que va por la acera, pero en esta ocasión, si que pude.




Seguimos caminando hasta llegar a la Almudena.







Y el Palacio Real. Que no podía estar más bonito. Hacía pocos minutos que había terminado la recepción de los Reyes en el día de la Hispanidad.










Los Jardines de Sabatini.




Y andando llegamos al Templo de Debod. Debo decir que no es uno de los sitios que más me llamen la atención de Madrid, pero con un sol maravilloso y buena compañía, todo mejora.






Y después de unas vistas maravillosas desde el Templo, camino de vuelta a casa. Todavía nos quedaban unas dos horas para llegar a casa. Había que volver andando tranquilamente hasta el tren, cogerlo hasta a Atocha y allí esperar a otro tren que nos llevara a nuestro destino. No os digo como acabaron nuestros pies con tanta caminata...




Hasta la próxima. Besos.



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