Acaban las vacaciones y volvemos a la rutina. Cuesta y mucho, pero es lo que toca, pero vuelvo con las pilas bien cargadas. He podido disfrutar de mis amigos, de mi familia y de mi chico. ¿Se puede pedir más? De eso os hablo hoy, del fin de semana que pasé con mis amigos en Burgos, reconciliándome con esa preciosa ciudad. Recordaréis que el último viaje allí fue un poco agridulce y en esta ocasión no ha podido ser mejor. Risas, vino, buen comer y lo mejor de todo la maravillosa compañía. Necesitaba desconectar y no había mejor plan.
Nada como llegar y lo primero que hacemos es comernos un cochinillo asado de escándalo, regando nuestras gargantas con varios vinos...
Y después de excursión. Estuvimos en el Jardín Secreto de Oña.
Y viendo el pueblo de Félix Rodríguez de la Fuente. Poza de la Sal.
Al día siguiente fuimos a la Cartuja de Burgos.
Llegaba la hora de comer y fuimos a la cervecería Morito que os recomiendo 100%. Nos pusimos morados y encima super barato. Está en la C/ Diego Porcelos, 1.
Después de llenar la tripa tocaba el café, en mi caso Cola Cao y nos fuimos a la cafetería Viva la Pepa. Y es que en su terraza al solecito no podíamos tener mejores vistas. La Catedral.
No queríamos irnos de la terraza pero había que dar algún paseo antes de empezar con la ronda de pintxos y vinos.
Iglesia de San Nicolás.
Arco de Santa María.
Desde la cafetería del Museo de la Evolución Humana.
El Cid y los 22,5 grados que hacía en Burgos.
Estatua del Toro en la Avd. Cid Campeador.
Y llegó el momento de los pintxos y los vinos. De aquí poca foto, pero nos lo pasamos en grande.
Al día siguiente comida en Briviesca y cafelito en una terraza viendo los 29 grados que marcaba el cartel...
Por más momentos así que son los que te dan la vida.
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